lunes, 3 de diciembre de 2007

Recuerdos encadenados Anna María Guasch

Reflejos condicionados Miroslaw Balka (Varsovia, 1958)


El ímpetu de rememoración de sucesos marca la exploración de la obra de Balka, abarcando todos los sentidos de un determinado suceso explotando la memoria.
En su exposición Reflejos condicionados del 2006 en la Fundación Marcelino Botín de Santander, evoca sucesos tales como las huellas del holocausto a modo de marca personal que debe perdurar, mostrando lo histórico a través de lo cercano.
La imagen de un paisaje helado convierte la entrada en un espacio envuelto en misticismo y destruido en su memoria con el sonido del juego, de risas infantiles, que desubican la B forjada, en iconicidad con la escritura que se encontraba en la entrada del campo de concentración de Auswicht.
Es el espectador quien conforma a obra en la pasarela de acceso a la exposición, una plancha de acero que cual prisioneros caminan hacia su exterminación, e igualmente se estremecen ante el desagradable ruido del metal. Todo se transmite en un ambiente oscuro y vacío en la que el espectador marca su desarrollo, en un pasillo de madera en el que la luz se enciende al paso del público, que lo dirige a la sala central, donde esquelas en papel forman cadenas que se distribuyen en todo el espacio, evidenciando el refuerzo de su fragilidad.
El sopor de la memoria es medio para despertar la moralidad y el olvido social, haciendo participes a los sentidos, enlazando lo personal y lo humano, sumergido en lo historicista y destacable en el mundo de las emociones, la vida.

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